Publicado en Viento Sur
Daniel Albarracín
La crisis de SVB, Signature Bank y Credit Swisse Bank, ¿una crisis de gestión o liquidez?
Las crisis, como el ladrón, vienen cuando menos se la espera.Esta semana se han producido una serie de crisis bancarias, en EEUU y Suiza, y una fuerte caída en los mercados bursátiles que, por lo visto, han generado cierto desconcierto. ¿Cómo podemos interpretar lo sucedido?
Podríamos pensar que son crisis particulares de entidades específicas y apelar a su forma de funcionamiento o su gestión.
Sillicon Valley Bank, un banco mediano, el 16º de EEUU, se nutría de depósitos de start ups, empresas tecnológicas, que contaban con la financiación de capital riesgo. Dejaban su capital para sus operaciones corrientes en SVB. SVB compró con esos fondos bonos en los mercados. Todo funcionó bien cuando hubo recuperación y reglas financieras laxas, y el negocio de SVB fluía como la seda.
Se dice que, de repente, ha habido una crisis de liquidez. Pero eso no explica lo sucedido. Pronto un ascenso de los tipos de interés y una menor proyección de negocio puso en dificultades a las empresas. Al mismo tiempo, SVB necesitaba fortalecer su capital, porque sus clientes empezaban a requerir parte de sus ahorros depositados en sus cuentas. SVB para fortalecer su capital vendió los bonos (21.000 millones$), para poder responder y tener liquidez, y amplió su capital en 2000 millones de $. Pero la venta de los bonos le causó 1.800 millones de pérdidas, y la ampliación de capital deterioró el valor bursátil de las acciones un 75%. Hizo perder la confianza de sus clientes. La fuga de depósitos, 42.000 millones de $ en un día, hundió la viabilidad del banco. Estas son las consecuencias de operar con tan bajos niveles de capitalización. Ese capital se fue a grandes bancos, compra de deuda pública, oro y bitcoins. En suma, no nos encontramos ante una crisis de liquidez, sino una crisis de solvencia y credibilidad.
¿Esta crisis es un problema de unos pocos bancos singulares?
No, este comportamiento está mucho más extendido de lo que parece, y no está preparado para el giro brusco, desde julio de 2022, en la política monetaria, y menos aún para para el fin de ciclo, que ya todos los analistas anticipaban, aunque en España esté siendo sistemáticamente desoído. Puede que España el impacto no sea tan duro como una recesión que se dará en otros países, pero, atención, aquí cualquier economista atento sabe que entramos, al menos, en estancamiento.
A esa crisis de SVB, le sucedió el hundimiento de otros bancos, como Signature Bank, un banco pequeño (el 29º de EEUU), vinculado al mercado de las criptomonedas. No se trata de un caso aislado.
Dicen que las bandadas de pájaros se mueven sorprendentemente de manera sincrónica con movimientos armoniosos. Pura apariencia de un fenómeno emergente que esconde cómo les afectan al mismo tiempo las mismas corrientes de aire, a las que se responde a una vez. No es contagio la palabra apropiada para esta crisis, sino que las mismas corrientes de presión afectan estructuralmente de una forma parecida, más a los más débiles. Quizá primero a las entidades más pequeñas o regionales, pero ejerciendo fuerza igual sobre otras.
La relajación de las reglas bancarias, la política monetaria restrictiva, y la crisis de sobreproducción, que han acumulado un exceso de capital ficticio, esto es, sin respaldo en actividades rentables, y la presencia de muchas empresas zombies, representan las bases para una crisis financiera y de rentabilidad e inversión, periódicas pero singulares por las contradicciones sumadas unas a otras.
Crisis, ¿De qué alcance?
Es difícil de determinar, pero esto no ha hecho más que empezar. Para seguir, el caso de un banco “demasiado grande para ignorar” como Credit Swisse, también apunta a una crisis financiera fruto de un estancamiento y crecientes tipos de interés.
Algunas autoridades oficiales dicen que la banca de la eurozona está más controlada y mejor capitalizada. Como para no estarlo, aunque no para tirar cohetes, todo sea dicho. El proceso de rescate bancario y la enorme concentración bancaria inducidas por las políticas públicas europeas, el BCE y de los Estados miembros hacen que el sistema oligopolístico bancario europeo haya recuperado algo de solvencia desde la crisis 2008. Ya lo sabemos, a costa de las políticas sociales y el mundo del trabajo. Pero esa recuperación está muy lejos de exorcizar el persistente riesgo financiero de un sistema soportado por grandes proporciones de capital ficticio no respaldado en una actividad económica sólida.
¿Las consecuencias de esta crisis bancaria?
Podría pensarse que se aliviaría la intensidad de elevación de tipos, pero Christina Lagarde ha seguido el guion rígido previsto de antemano, siguiendo la estela de Jerome Powell con la Fed (un 4%). Tenemos 3,5% de tipos de interés en el BCE, y parece que lo compensa con apoyos financieros a la banca. No a las inversiones públicas o al empleo, ¡a la banca! Posiblemente, los gurús del neoliberalismo pragmático lleguen a un punto para no proseguir aumentando los tipos, pero a día de hoy, siguen en su fanatismo contra la inflación, matando al perro para curarle de la rabia.
En Suiza, el Banco Nacional de Suiza rescatará al Credit Swisse. En la UE, Lagarde promete más apoyo financiero del BCE, que seguirá alimentando al sistema financiero privado, al tiempo que precipita una recesión. Una vez más, socialización de pérdidas, beneficios privados.
En EEUU, Biden dice que los contribuyentes no pagarán el pato. Y que se protegerá a los depositantes todo lo necesario, de SVB y Signature. No sabemos si harán lo mismo si First Republic Bank, Wester Allianz o Pact West Bancorp quiebran también, que son bancos pequeños o regionales con grandes pérdidas en bolsa.
Biden afirma que hará caer a los accionistas del SVB o Signature, que así funciona el capitalismo. Que el Fondo de Depósitos (Federal Deposit Insurance Corporation), la Reserva Federal y el Tesoro cubrirán los depósitos por encima de 250.000 $. Eso supone cubrir más de un 95% del montante de depósitos. Va a cubrir a empresas tecnológicas, maltrechas o en buena situación, por igual, va a cubrir a fondos de capital riesgo que las financian. ¡Menudo capital riesgo que opera sin riesgo! Afirma que no lo pagará el contribuyente, y esto provoca no pocas dudas. ¿Tiene ese fondo capacidad y fondos únicamente privados para cubrir todo ese capital? No lo creemos.
Al igual que el Banco Nacional de Suiza con el caso del Credit Swisse Bank con un nuevo rescate de 50.000 millones, o el BCE recupera la política de inyección de liquidez, o persiste en una política que hace que la banca no tenga que prestar sino simplemente llevar sus depósitos al BCE para recibir los altos tipos aplicados, se están socializando pérdidas. Los poderes públicos son el primo de Zumosol de la banca.
Estamos en un momento de cambio de ciclo industrial, que arrastra del pasado problemas acumulados sin resolver, que hace frágil al sistema ante crisis financieras. Esto conduce a un proceso de mayor concentración de capital y de probable recesión.
También puede destruir capital, algo que, paradójicamente, junto a la caída de los salarios reales, y una posible destrucción de empleo, podría contribuir a recuperar parcialmente la tasa de beneficio. Aunque dudamos que, con esta política financiera, haga que la tasa de beneficio que importa, la efectiva, que resta las tasas de rentabilidad los costes financieros, se pueda evitar una nueva recesión.
En definitiva, no se trata de una crisis de gestión ni de liquidez aisladas, sino de un síntoma de una crisis más profunda. Una crisis de rentabilidad e inversión que, ante un entorno inundado de capital ficticio, y endeudamiento, muestra los primeros síntomas de una nueva crisis financiera, posiblemente con un alcance desigual. El periodo de recuperación débil inaugurado en 2014, y brevemente interrumpido por la pandemia, llega a su fin.
En juego está qué pasará con el mundo del trabajo y qué tipo de política económica se aplica, y a favor de qué intereses: de la vida, la ecología y la clase trabajadora, o, una vez más, del capital.
16/3/2023
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