Ernesto Manzanares, Rosario, 28/08/2023.
I. Las malas noticias nunca vienen solas…
Las últimas semanas han sido “de vértigo” para buena parte de la población argentina. Ya desde julio la situación económica mostró síntomas de que su deterioro de “larga duración” (pues viene de años…) estaba acelerándose. Pero justo a mediados de agosto se produjo una “detonación” (o una doble detonación, ya que ha sido en dos tiempos) que han puesto a este país en una situación extremadamente inestable. Me refiero, claro está, al resultado electoral de las elecciones primarias (1) del domingo 14 de agosto que, contra todo pronóstico, colocó al ultraderechista Javier Milei en primer lugar.
(1) Conocidas coloquialmente por la sigla “PASO”: elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias.
Trascartón, y cuando todavía no se habían terminado de contar los votos del escrutinio provisorio, el lunes a primera hora el Banco Central de la República Argentina (BCRA) no tuvo mejor ocurrencia que decretar una devaluación abrupta del peso –un 22 %-. Una medida que, si bien era esperable, abrió la caja de los truenos en una economía que ya venía sumamente deteriorada.
El triunfo de Milei ha obligado a trabajar a full a los cientistas políticos. No es para menos, pues ha puesto patas arriba el tablero político que, si bien “prendido con alfileres”, se había configurado en los últimos años.
Sin embargo, para la gran mayoría de la población, el principal motivo de inquietud y conversación está centrado en el segundo tema mencionado: el descalabro económico que se generó a partir de la devaluación.
Recordemos que en Argentina existe un rígido control de cambio; en ese marco cabe mencionar que ya desde principios de agosto, la devaluación diaria en pequeñas dosis que desde hace años realiza el BCRA (el llamado “crawling peg”) había sufrido un incremento. Acompañado por varias devaluaciones “a la carta” intentando favorecer a algunos sectores exportadores, tentándolos para que liquiden más divisas. Pero lo del lunes 15 (la devaluación de un 22 % del dólar “oficial”) implicó un cimbronazo de gran calado. Considerando, por lo demás, que se ha realizado sin ningún tipo de plan económico coherente (sino, más bien, como un “manotazo de ahogado”), ha pegado de lleno en la economía diaria del argentino de a pie: provocando un salto brusco en los dólares “paralelos” y, más grave aún, en los precios de las mercancías con el riesgo de marchar hacia una hiperinflación; más otras consecuencias tan o más perturbadoras como la desaparición de la oferta de muchos productos, el parate en sectores de la producción y el comercio, etc., etc.
Por tanto, reitero, mientras en los mentideros políticos el triunfo electoral de Milei ocupaba buena parte de la atención, para la gran mayoría de la población, la preocupación estaba puesta en la exacerbación de la crisis económica. Todo atravesado por mucha incertidumbre, indignación y temor.
A tal punto que se ha hecho moneda corriente especular acerca de si el gobierno podrá llegar a diciembre o renunciará antes; o si se verá obligado a adelantar las elecciones (programadas para octubre) El propio Milei, consciente de tal estado de situación, echaba más leña al fuego pavoneándose –en su raid mediático postelectoral- de que él ya tenía todos sus equipos preparados para gobernar “mañana mismo”.
Al finalizar esta semana, parecía que el vendaval estaba amainando. Al menos un valor de referencia muy importante para buena parte de la población, el dólar “paralelo” (conocido popularmente como “dólar blue”) había tenido una baja importante; poniendo coto al rally alcista descontrolado de los primeros tres días posteriores a la devaluación del 22 %.
Igual el mal ya está hecho: los precios de las mercancías y servicios se han ido a las nubes y ya se habla de que en agosto (también en septiembre) el índice de precios al consumidor (IPC) tendrá un salto muy grande, pasando del 6 o 7 % mensual de los últimos meses a cifras de dos dígitos, de entre 12 y 14 % mensual. Con el riesgo de desatar la temida espiral inflacionaria que lleve a una hiperinflación.
Tan es así que varios sindicatos (casi todos ellos manejados por burócratas peronistas, es decir, del partido gobernante…) ya están exigiendo revisar los recientes acuerdos salariales, reclamando incrementos en los porcentajes, o sumas fijas extraordinarias, etc., etc.
Si el descontrol cambiario, y la llamada “puja distributiva”, terminan desatando una hiperinflación o, sin llegar a tanto, una crisis del gobierno tal como sucedió con Alfonsín en 1989 o con el gobierno De la Rúa en 2001, que obligue a anticipar la salida de Alberto Fernández, es difícil de predecir.
Personalmente, me parece la hipótesis menos probable.
Aunque serán meses de gran turbulencia económica. (Hasta el 10 de diciembre faltan casi cuatro meses; y cuatro meses en este país, más aun considerando la debilidad patética del gobierno Fernández-Fernández-Massa, en términos económicos es una eternidad…) (2)
(2) Por distintas razones (más que nada, falta de tiempo…) estas líneas me han llevado varios días de escritura. Algo que, considerando lo fluido de la coyuntura argentina, hace que algunas cosas que aquí se dicen pueden quedar desactualizadas. Así, esta primera parte del texto lo redacté hace ya una semana, pero el martes irrumpieron los saqueos a negocios. Una trágica y triste tradición en este país. Por ahora parecen ser bandas reducidas de “lúmpenes”. Pero este tipo de sucesos se sabe cómo comienzan pero no cómo terminan. Por tanto, habrá que esperar unos días para determinar la dimensión del problema. Ya que de llegar a generalizarse este accionar de descontrol popular (es decir, si vamos a una dinámica de saqueos masivos y constantes) la crisis del gobierno pegará un salto. Y el riesgo de que Alberto Fernández se tenga que “ir en helicóptero” antes de tiempo, se torna factible.
II. El estado de ánimo de “los de abajo”
Si algo puede ayudar al gobierno a llegar aunque sea con muletas a completar el mandato, es la situación de la lucha de clases. Que es de bastante, o mucha, pasividad.
Pues el desbarajuste económico-social ya viene de hace tiempo, con el consiguiente agravamiento de los niveles de vida de los trabajadores, índices de pobreza crecientes e, incluso, fuertes elementos de descomposición social (por caso: un incremento nunca visto de la inseguridad ciudadana, irrupción de la narco-violencia, etc.); pero ante semejante catástrofe, la respuesta de “los de abajo” ha sido exigua.
Entre los sectores bajos y medios de la población prima la resignación. No digo que no se note la bronca y la indignación, pero es pasiva, hasta silenciosa (algo bastante llamativo ya que el argentino por tradición ha sido de discutir mucho de política)
No sé si atribuirlo a que no le ven salida a la situación fruto de los fracasos de los últimos gobiernos de distinto signo. O quizás el motivo haya que buscarlo en la traumática experiencia de carácter bíblico que fue la pandemia del Covid y la cuarentena (que aquí en Argentina duró meses y meses…)
También es cierto que el gobierno ha apelado a innumerables mecanismos de ayuda económica que, al menos, ha evitado que los más pobres hayan caído en situaciones de miseria extrema tal como había sucedido en crisis anteriores (como la de 1989 o la de 2001)
No sé… seguramente es una combinación de todo esto e, incluso, exista alguna otra razón que se me escapa. En cualquier caso, al menos hasta hoy, mi visión es que el nivel de resistencia popular es mínimo a pesar de la que está cayendo.
Aquí, dos incisos.
1. Jujuy
Sé que algunos amigos de la izquierda que lean esto me dirán que las recientes movilizaciones en Jujuy oponiéndose a la reforma de la Constitución provincial pondrían en tela de juicio mi caracterización de que el actual nivel de resistencia popular es bajo. Anticipo mi desacuerdo a tal argumento. Considero que las movilizaciones y piquetes en las rutas que se sucedieron en la provincia norteña si bien fueron de cierta importancia (e hicieron “mucho ruido” político), tuvieron un grado de participación poco numeroso. Incluso se realizaron a contramano del sentimiento mayoritario de la población de la provincia. Para colmo, los grupos políticos que impulsaron las movilizaciones, lo hicieron con métodos vanguardistas y aparatistas, sin medir la relación de fuerzas.
De allí que en las recientes elecciones PASO a presidente, Milei ganó allí de manera contundente, con el 40 % de los votos. (Cuando los “libertarios” en los comicios provinciales realizados tres meses antes apenas había sacado 2 o 3%)
Por el contrario, el FITU –uno de los partidos más activos en las movilizaciones- perdió votos respecto a las provinciales de hace tres meses.
A lo que habría que añadir que Juntos por el Cambio, que gobierna la provincia obtuvo un 24 % y en la interna de Unión por la Patria (que en total sacó casi 21 %, Massa (conocido aliado histórico del gobernador Morales) obtuvo el 17 %, mientras Grabois – supuestamente un líder “piquetero” que apoyó la lucha contra la reforma constitucional provincial- apenas arañó el 3.5 %, por debajo de los porcentajes que obtuvo a escala nacional-.
Es decir, el pueblo jujeño, abrumadoramente votó por los candidatos del “orden” (aproximadamente en un 85 %, y en primer lugar por el más “duro” de todos…); mientras que los partidos y fracciones que estuvieron impulsando las movilizaciones, retrocedieron.(3)
(3 ) Hay mucha tela para cortar en el balance de las movilizaciones en Jujuy. No sólo respecto a la caracterización concreta de lo acontecido sino, y especialmente, en cuanto a los análisis y las políticas de gran parte de la izquierda argentina. Pero aquí no tiene sentido extenderme al respecto, creo que con lo que he dicho queda en claro mi punto de vista en términos generales.
2. La larga tradición de resistencia de los sindicatos y demás sectores populares en Argentina
Mi aseveración de que en los últimos años las luchas populares pasan por un período de reflujo, no me lleva a considerar que se trata de una derrota “histórica”, ni nada por el estilo.
Es un foto de lo que pasa hoy (o, digamos, desde la pandemia para acá…) Pero, por nada del mundo me atrevería a proyectarlo a futuro. Puede que cuando asuma el próximo gobierno (sea cual sea, incluso Milei con un triunfo contundente…) e intente ahondar en las políticas de ajuste que “todos” anuncian con bombos y platillos, la resistencia popular sea muy fuerte.
No digo que esto último sucederá indefectiblemente (no tengo la bola de cristal y, además ha habido casos -como sucedió cuando el gobierno de Menem- que el ataque del capital fue asumido casi sin resistencia…) Pero, no se puede perder de vista que existe una larga tradición de lucha y de organización por parte de las clases trabajadoras argentinas. Por tanto, no descarto que muchos de los que hoy pueden mirar con simpatía a Milei, mañana se movilicen contra las medidas que éste quiera implementar en caso de ser él nuevo presidente.
Como más abajo señalaré, para mí es claro que en su inmensa mayoría los trabajadores y el pueblo argentino no son socialistas y, ni siquiera, anticapitalistas. Pero, sí tienen una tradicional actitud de resistencia y defensa de las mejoras sociales que han obtenido a lo largo del tiempo. (Dicho en otras palabras: la clase obrera y demás sectores populares argentinos tiene poco o nada de subjetividad anticapitalista, pero sí una conciencia reformista que, aunque declinante en las últimas décadas, no ha desaparecido del todo)
III. Las elecciones primarias (PASO) del domingo 13 de agosto
El sistema electoral argentino es intrincado. Aquí no tiene sentido describirlo, simplemente dejo asentado que las elecciones que hubo fueron apenas el primer capítulo y el menos importante, ya que solo se eligieron los candidatos que cada partido o alianza presentará en los comicios “en serio” que se realizarán el 22 de octubre. Incluso, a nivel presidencial, puede haber una tercera instancia, un balotaje entre los dos candidatos más votados que está fechado para el 19 de noviembre.
Pero dado que la votación en las PASO son obligatorias para toda la población empadronada tienen mucha relevancia política desde el momento que suelen echar luz sobre cuáles son las preferencias políticas de los electores.
Y en este caso, sí que las primarias resultaron de alto impacto desde el momento en que el candidato a presidente más votado fue Milei, un recién llegado a la política –un outsider- con un proyecto y un programa explícitamente de ultra-derecha.
No les ganó por mucho a las dos poderosas coaliciones que desde hace años dominan el escenario electoral, pero les ganó. (4)
(4) Según el escrutinio provisorio, La Libertad avanza – Milei 30.04 % (más de 7.100.000) Juntos x el Cambio – Bullrich 28.27 % (casi 6.700.000) Unión por la Patria – Massa 27.27 % (casi 6.500.000)
El otro dato a destacar es la pésima elección del peronismo gobernante (Unión por la Patria –UxP-): menos del 28 % de los votos. La peor elección en toda la larga historia de este partido-movimiento que ha sido mayoritario (incluso hasta muy mayoritario) en cuanto a apoyatura electoral desde su creación en 1946.
Juntos por el Cambio (JxC) también quedó por debajo de sus expectativas. Ya que nadie esperaba que obtuviese menos votos que Milei. Además apenas le sacó un punto UxP. La izquierda –representada por el FITU y dos o tres agrupaciones más pequeñas que fueron en forma independiente- también realizó una elección floja: igual o inferior a la de 4 años atrás.
Por último, cabe mencionar que solo votó el 69.6 % del padrón. Un porcentaje que ya de por sí es bajo respecto a las PASO 2019; alrededor de un siete por ciento menor. (Ese siete por ciento representan aproximadamente 2.400.000 electores según el padrón actual) (5)
(5) Mientras el porcentaje de votos en blanco aumentó algo, pero nada relevante.
El triunfo electoral de Milei
Dado lo imprevisto del resultado electoral y, más aún, considerando el hecho que el político “libertario” de ultra-derecha terminó cosechando semejante cantidad de votos, están corriendo ríos de tinta tratando de “entender” qué pasó.
Quizás ha sido la militancia de izquierda la que más se ha sentido interpelada antes semejante “cross de derecha” (6) .
(6) Alejandro Borenstein dixit.
Por lo que he tenido oportunidad de leer, hay opiniones para todos los gustos. Algo que no puede sorprender dado que estamos ante un fenómeno complejo y novedoso para estas pampas. Además, se trata de un movimiento político en gestación: una cosa era Milei y sus cuatro perros antes de las PASO, otra hoy con más de siete millones de votos en sus alforjas.
Y, hacia adelante, queda por ver como irá estructurando su partido, sus alianzas, etc. (Ni hablar si llega a convertirse en Presidente…)
Por tanto, aquí esbozaré algunos elementos de análisis. Que deben ser tomados como provisorios, tentativos. Apenas un punteo incompleto, muy lejos de una caracterización general y acabada del fenómeno.
A mi entender, muchas cosas. Por eso, parece lógico que se lean distintas interpretaciones entre los militantes e intelectuales de izquierda.
Parece bastante evidente que los votos del líder “libertario” y ultra-reaccionario provienen, al menos, de tres sectores. Dos sectores tienen perfiles sociales muy nítidos, el tercer caladero de votos es mucho más ideologizado y atraviesa trasversalmente a todos los estamentos sociales.
Para bajar algo más a tierra el análisis, tomaré como referencia a la provincia de Santa Fe de conjunto y a la ciudad de Rosario en particular (región de la que poseo información fehaciente sobre el voto al líder ultra-reaccionario) (7)
(7) Véase los artículos del diario La Capital del día 17 de agosto (“Javier Milei fue el candidato más votado en Rosario…
” https://www.lacapital.com.ar/la-ciudad/javier-milei-fue-el-candidato-mas-votado-rosarioque-barrios-fueron-clave-su-triunfo-n10083269.html
También el artículo de El Litoral del 15/08/23: “Milei se impuso en 18 de los 19 departamentos de Santa Fe”
https://www.ellitoral.com/politica/milei-paso-elecciones-departamentos-provincia-santa-feresultados-primarias-violeta-mapa_0_cFrKh8pgL1.html
Pues bien… Milei ganó en todos los departamentos de la provincia (salvo uno en donde
perdió por unos pocos votos contra JxC) lo que significa –dado que se trata de una
provincia “rica”- que obtuvo una gran adhesión de los sectores medios y altos de “la
pampa gringa”. (8)
(8) Se le llama “pampa gringa” a las zonas agrarias, cuajada de ciudades y poblaciones industriales, con niveles de desarrollo muy altos para lo que es el conjunto del país. Se trata de propietarios –chicos, medianos y grandes- de las tierras más productivas del país, además de un entramado de empresas industriales –la llamada “agroindustria”- que abastece la producción agropecuaria. Geográficamente, en sentido estricto, se ubica en el oeste de Santa Fe y el este de Córdoba. Y se les llama “gringos” porque la gran mayoría de la población proviene de la inmigración europea (en Argentina los “gringos”, por definición son los italianos, pero suele hacerse extensiva a los inmigrantes europeos, cualquiera sea su nacionalidad)
¡Pero en Rosario ganó en todas las secciones electorales que abarcan los barrios más pobres de la ciudad! Es decir, también obtuvo muchos votos entre los obreros, desocupados y marginales. (9)
(9) Incluso en el interior de la provincia no hubiese obtenido tan alta votación sin un voto importante de sectores de bajos ingresos.
Posiblemente, ambos sectores no lo votaron por las mismas razones. Entre las clases bajas parece claro que se trató de un voto de protesta –de “bronca”- contra el actual gobierno peronista-kirchnerista que ha sido un completo desastre: llevando a un agravamiento en las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población. No solo por la inflación rampante y la caída en los ingresos; también por la degradación de las condiciones de vida en el terreno de la inseguridad, el (mal) funcionamiento de la educación, la salud y demás servicios públicos, haciendo que para muchos de los que viven en los barrios bajos (y muy bajos…) la vida cotidiana resulte un verdadero calvario. Incluso, dado que muchos perciben que esto viene de lejos, y sienten que el país no tiene salida, la bronca se extiende al “sistema” político de conjunto. Con un rechazo que no se limita a la burocracia política del Estado (es decir, los políticos), en muchos casos parece que también se extendió a la burocracia administrativa, quienes aparecen como los únicos privilegiados en estos tiempos miserables. De allí que haya pegado tanto las diatribas contra “la casta” y, en general, las consignas anti-Estado del líder “libertario”.
De la misma manera, los planteos de “orden” y de “mano dura” (incluyendo el derecho al armamento individual…) han sido asumidos positivamente por estos sectores populares, desde el momento que el constante crecimiento de la inseguridad (tráfico de drogas, robos, extorsiones, toma de viviendas, asesinatos, etc.) afecta mayormente a las barriadas periféricas y marginales. (10)
(10) Recién ahora, el relato “progresista” comienza a aceptar este dato contundente. Hasta no hace mucho se escuchaba decir a los “cráneos” K que “la inseguridad” era una preocupación de los ricos; puras exageraciones con el fin de justificar la proliferación de los “countries” (como aquí se les llama a los barrios residenciales “cerrados”: con vallados y guardias privados)
En los sectores medios y altos, si bien los planteos mencionados también resultan importantes, parecería que el voto a Milei va más allá: apoyan también su programa económico: “dolarizar”, achicar el Estado y todas las propuestas “pro-mercado”, terminando con el “robo” que significan los impuestos; etc.; etc.
Por último, como ya he mencionado, hay una serie de posiciones (muy) reaccionarias del personaje que atraviesan trasversalmente a todas las capas sociales: me refiero a sus planteos contra el aborto, el feminismo, el movimiento LGBT, su “negacionismo” del calentamiento global y de la crisis ecológica, etc. No sé cuántos votos ha conseguido por estas posiciones, pero sospecho que muchos.
En suma: creo que ha habido cierta variedad de razones en el voto a Milei.
Y resulta evidente que no todos los que lo votaron conocen en detalle las propuestas de este deleznable personaje. Pero una vez dicho esto, me interesa puntualizar algo fundamental: puede que gran parte de sus millones de votantes y simpatizantes no conozcan con precisión el “programa” de Milei y su partido, La Libertad Avanza (LLA). Pero sí conocen lo suficiente como para saber que están apoyando a un movimiento de derechas –explícitamente de derechas-. Entre otras cosas porque es el propio dirigente, así como sus propaladores en las redes sociales y los otros candidatos del espacio, los que en todo momento se ufanan de su posicionamiento de “derecha”, mientras denuncian que todos los males del mundo se deben al socialismo, al comunismo, al “zurdaje”. (Llegando al extremo de denunciar como “zurdos” y “comunistas” a políticos burgueses tradicionales por el solo hecho de que éstos tuvieron la osadía de deslizar alguna crítica a los “libertarios” en general y a su líder en particular)
¿Cómo definir el movimiento de Milei?
No hay dudas que se trata de un partido y un líder de ultra-derecha, con contornos similares a muchos que se esparcen por el mundo en los últimos tiempos: Bolsonaro, Trump, Giorgia Meloni, Orban en Hungría, Vox en España, etc. Cada vez resulta más evidente que a partir de la gran crisis económica mundial de 2008, los trazos gruesos de la política internacional se están tiñendo de negro o, cuanto menos, de un pardo oscuro. En los primeros años post-crisis este fenómeno no se notó tanto, incluso emergieron aquí y allá movimientos democráticos y (mucho, o algo) anticapitalistas como “la primavera árabe” o el “15M” en España. Pero poco a poco, estos movimientos contestatarios de izquierda fueron perdiendo fuerza, dando paso al predominio de corrientes reaccionarias por todos lados. Incluso, parecería que luego de la terrible experiencia del Covid-19 y los confinamientos masivos impuestos por la mayoría de los gobiernos, esas tendencias hacia la derecha se consolidaron aún más.
La bárbara represión contra la “primavera árabe” con sanguinarias guerras civiles como en Siria o golpes militares “clásicos” como el de Egipto (junto a la vuelta del Talibán en Afganistán) son quizás los puntos más altos de esta deriva ultra-reaccionaria mundial.
Pero incluso en países con tradición democrática-liberal también emergieron movimientos de derecha y ultra-derecha: el caso más notable sin dudas ha sido el de Trump, pero también aquí nomás lo tuvimos a Bolsonaro. Para mí es claro, que esta irrupción de Milei en Argentina se inscribe en esta oleada. (11)
(11) Nota bene: El “giro a la derecha” y al auge de regímenes autoritarios no se limita a los países con tradición democrática. Dado que aquí estoy hablando del fenómeno Milei, no tiene sentido que me extienda en el análisis de la oleada mundial reaccionaria que se despliega ante nuestros ojos. Solo señalar que justamente porque la democracia-liberal-republicana está en cuestión, también se refuerzan los formatos dictatoriales y ultra-autoritarios en gobiernos que, según muchos incautos, se muestran como de “izquierdas”; “progresistas”; “anti-imperialistas”, enemigos del “neo-liberalismo”, y cosas así… Me refiero, obviamente, a dictaduras terribles como la China “comunista”; Corea del Norte; el gobierno castrista de Cuba, mal llamado “socialista”; el régimen chavista venezolano; la Nicaragua sandinista; el gobierno bonapartista, semi-dictatorial del genocida Putin en Rusia; el gobierno con elementos de fundamentalismo religioso como el de Narendra Modi en India; las monarquías árabes del Golfo; el régimen teocrático iraní; etc., etc.
Hilando más fino, me interesa detenerme en la cuestión de si estamos ante un movimiento fascista. Algo que ya he leído en textos de algunos camaradas que están tratando de definir el “mileísmo”.
A mi modo de ver, no se lo puede definir como fascista. Es importante no perder de vista que existen muchos tipos de partidos y regímenes reaccionarios y contrarrevolucionarios; y, dentro de ese espacio, el fascismo es un caso muy específico. Con una serie de características que el partido de Milei no las tiene: me refiero, por señalar la más importante, la de ser un movimiento que se construye “de abajo a arriba”, movilizando a sus huestes en forma permanente como grupos de choque, armados y atacando físicamente a sus opositores políticos, en particular a las organizaciones del movimiento obrero y popular.
Milei, por ahora, es él, su hermana y sus cuatro perros. No apela a grupos de choque paramilitares, ni siquiera busca movilizaciones masivas. Yo lo percibo, decididamente, como un proyecto electoral engarzado fuertemente a las redes virtuales. Y, luego de las elecciones primarias, su principal actividad ha sido recorrer los estudios televisivos: en ningún momento apela a las movilizaciones de sus adeptos. Y, menos todavía, habla de formar grupos de choque, etc.
Además, su propio discurso “libertario”, “anti-Estado”, también va contra el formato fascista; ya que otras de las características de éste era (es) ser fervorosamente estatista y enemigo jurado del liberalismo.
Sin dudas, en el caso de Milei estamos ante un líder y un proyecto de ultra-reaccionario, muy peligroso, y que es necesario denunciar y combatir sin contemplaciones, pero hasta ahora no se lo puede definir como fascista.
¿Es inexorable el triunfo de Milei en las elecciones?
No me gusta hacer pronósticos.
Más aún cuando estamos en una coyuntura tan compleja, con tantos factores en juego. Hecha la salvedad, solo me atrevo a decir un par de cosas.
Por una parte, que el mileísmo es una fuerza política que ha nacido para quedarse. Que expresa tendencias sustantivas de la realidad argentina y mundial. Llegue a presidente o no en estas elecciones, será un actor central en los próximos años. Paralelamente, tengo dudas en cuanto al resultado electoral definitivo: no sé si Milei será el nuevo presidente argentino.
Como lo señalé arriba, el sistema electoral para elegir presidente en este país es muy enrevesado. Y, por otra parte, hay tres fuerzas bastante parejas que todavía siguen en carrera, amén de que está la incógnita de como votarán los que “faltaron” en las PASO (considerando que, como ha pasado otras veces, la asistencia se incrementará bastante…)
Estimo que es difícil que Milei gane en la “primera vuelta”(12). Aunque sería su mayor oportunidad, pues en caso de ir a un balotaje contra Massa o Bullrich me parece que resultará perdedor.
(12) Esto lo puede lograr de dos maneras: sacando más del 45 % de los votos, o superar el 40 % y establecer una distancia superior a 10 puntos respecto al segundo.
Por lo demás, este ajedrez electoral estará condicionado por la dinámica económica a la que hice referencia al inicio de este texto.
Una cosa será si el gobierno peronistakirchnerista (cuyo candidato a presidente es nada menos que el actual ministro de economía) mantiene más o menos la situación bajo control; y otra muy distinta es si todo se desmadra. Por último, también dependerá bastante del tono de la campaña de Milei de ahora en más. Ya se nota un cambio en este sentido: hasta las PASO era decididamente un outsider, dedicado a hacer declaraciones explosivas y buscando los efectos más sorprendentes y llamativos en las redes y en la televisión. Pero ahora ha pasado a ser la primera figura política del país. Todas las miradas están puestas en él. Con posibilidades reales de convertirse en el nuevo presidente. Por lo mismo, tiene que hablar diez veces más de lo que lo hacía antes. Ofreciendo un programa de gobierno algo más claro y serio. Mientras el grueso de la población lo está observando con mayor atención (no olvidar que si bien ganó las PASO, no llegó a un tercio de los votantes efectivos y apenas un 20/25 % de los potenciales votantes en las generales de octubre…)
Mi impresión (solo es una impresión) es que este nuevo rol no le está resultando fácil. Incluso, en algunos de sus consignas “estrellas” -como la “dolarización”, o revertir el derecho al aborto, o “barrer” con gran parte de la administración pública…-, aparece con posiciones más atenuadas.
Además, los otros dos candidatos y sus enormes aparatos también juegan. Hasta ayer, la preocupación tanto de Bullrich como de Massa no era Milei ya que lo consideraban un contendiente menor. Ahora los cañones de ambos se centrarán en él. Veremos… demasiadas incógnitas en juego. Milei tiene las mejores cartas pero, insisto, no sé si terminará llevándose el gato al agua.
IV. Un interrogante clave: ¿Por qué, a pesar de la grave crisis social y económica que se abate sobre la población y el enorme descontento con el gobierno, el voto se ha volcado hacia la derecha y la ultraderecha y no fue hacia la izquierda?
Dejó para el final del análisis, un tema de enorme calado. Sin dudas el más importante en cuanto a tratar de “entender” el resultado electoral de las PASO. Me refiero, obviamente, al interrogante que ocupa el título de este apartado.
No hay que olvidar que acá en Argentina existe desde hace años un frente electoral trotskista, es decir, un frente de la izquierda “dura” con resultados electorales modestos pero no desdeñables.(13)
(13) Uno de los mejores resultados electorales del FITU fueron las últimas generales: las llamadas “elecciones de medio término” en 2021.
De tal manera que el FITU tiene un bloque de 4 diputados nacionales; también varios diputados provinciales y concejales en varias ciudades y municipios a lo largo y ancho del país. En sus filas cundía bastante (o mucho) optimismo, apostando a que con la crisis económico-social de los últimos tiempos, se produciría un “giro a la izquierda” en estas elecciones (o, como se suele decir en la izquierda argentina: una “ruptura por izquierda del peronismo…”) En consecuencia, la sorpresa se ha potenciado al extremo cuando lo que pasó ha sido exactamente lo contrario (14)
(14) La máxima expresión de este “giro a la derecha” del electorado es el ultra-derechista Milei. Pero cabe mencionar que no queda allí: se extiende a todo el espectro electoral desde el momento en que en la interna de JxC triunfaron “los halcones” de Bullrich; o que el propio Massa –que es dentro del peronismo el candidato de “derecha” y preferido del establishment- ganase claramente la interna de UxP, relegando al “progresista” Grabois a un modesto 5 %. Incluso ha habido otras candidaturas menores de centroderecha (caso Schiaretti…) y derecha que también aportaron unos puntitos, mientras que el FITU y otros tres partidos de izquierda más pequeños, hicieron (como ha sido dicho) una elección igual o inferior a las anteriores.
He leído una gran variedad de opiniones por parte de militantes e intelectuales de izquierda intentando responder a la pregunta de por qué en un escenario de tanta crisis, los votos fueron para la derecha y la ultra-derecha y no para la izquierda. Algunas de dichas lecturas, me resultaron muy flojas. Otras, realmente valiosas, con aportes importantes.
Entre estas últimas, rescato algo metodológicamente central: “mirar la realidad tal cual es”.
En cualquier caso, aquí solo haré referencia a un artículo que, sin ser definitivo, me parece el mejor rumbeado: me refiero al texto de Rolando Astarita, publicado en su blog el día 17/08/23 (15)
(15) Es el que lleva por título “El triunfo electoral de la ultraderecha y la crítica marxista”. https://rolandoastarita.blog/2023/08/17/el-triunfo-electoral-de-la-ultraderecha-y-la-critica-marxista/
Pues, sin coincidir totalmente con lo que allí se dice, sí considero que tiene dos o tres aseveraciones que son claves y, por tanto, prefiero difundirlo en vez de perder el tiempo intentando aquí reescribir (seguramente peor…) lo mismo que él dice.
Lo que gran parte de la izquierda debe replantearse
Entre todas las cosas que dice Rolo, hay tres que me interesa destacar pues confrontan con formulaciones dominantes (“hegemónicas”) en la militancia socialista anticapitalista.
Primer punto: no siempre los momentos de crisis económica y social agudas dan paso a una radicalización revolucionaria de “los de abajo”.
La historia de la lucha de clases, tanto aquí como en todo el mundo, nos muestra que muchas veces sucede lo contrario. Y esto es lo que se ve hoy: luego de varios años de devaluaciones e inflación crecientes, atravesado todo por la catástrofe de la pandemia y el confinamiento, la mayoría de la población argentina se inclina por una salida de “orden” como la que ofrece Milei.
Segundo punto: La gran votación de Milei reafirma un fenómeno mundial que buena parte de la izquierda revolucionaria no termina de advertir: La llamada “crisis de alternativa” o “crisis del ideario socialista” que se arrastra desde la caída del Muro de Berlín y que en los últimos años, con el auge de movimientos de autoritarios y ultra-reaccionarios en todo el mundo, no hace más que acentuarse.
Duele decirlo, pero es una realidad que luego de los desastres y los derrumbes sin pena ni gloria de la URSS y demás países mal llamados “comunistas” del Este de Europa, nociones como “socialismo”, o “izquierda” (ni hablar de “comunismo”…) son rechazadas por amplias capas de las clases trabajadoras.
Para colmo, en América Latina, esto se ha agravado por el desastre social y económico del llamado “Socialismo del siglo XXI” de la Venezuela chavista y la miseria y represión que sufre el pueblo cubano en manos de la dictadura “comunista”.
Tercer punto que destaca Rolando en su artículo: buena parte de la izquierda revolucionaria es estatista. Y no solo en su concepción socialista; es decir, esgrime una reivindicación del Estado en una futura sociedad socialista, que ya en sí mismo es un error de magnitud.
También ha caído, incluso, en una reivindicación del estatismo dentro del capitalismo, como si la intervención del Estado en lo económico y en lo social fuese una especie de transición hacia el socialismo y, además, mejorase necesariamente la situación de la población.
En esta reivindicación del estatismo burgués, la izquierda anticapitalista ha quedado entremezclada (desdibujada programáticamente) con las posiciones de corrientes burgueses, como el peronismo, quién ha hecho del rol del Estado como armonizador entre las clases sociales una de sus banderas históricas.
Esta mirada pro-Estado en el capitalismo es, a mi entender, siempre un error. Pero se torna trágica cuando pasa como en la Argentina actual, en que un gobierno peronista burgués-estatista ha provocado un desastre económico y social y, como respuesta, amplias capas de la población sufren los males que generan dichas políticas estatistas (tipo “keynesianismo bastardo”, como las define Astarita)
Además, al caer en un culto al estatismo se debilita la crítica a la burocracia, con sus privilegios y corruptelas. De más está decir, que con este enfoque, es muy difícil para la izquierda revolucionaria responder con solvencia las críticas de los economistas burgueses de orientación liberal (incluyendo la ultra-derecha “libertaria”, que hace de su crítica al estatismo su principal caballito de batalla)
Seguramente, estos tres puntos no son los únicos que explican por qué el gran beneficiado de la crisis social y económica que sufre el país ha sido la ultra-derecha y no la izquierda revolucionaria. Pero son significativos. De allí que me interesa resaltarlos y ponerlos en debate.
V. ¿Qué hacer? Luchas defensivas y unidad de acción
Dejo para el final, algunas líneas sobre la política a llevar adelante en esta coyuntura tan complicada. (16)
(16) Si bien hay mucho para analizar y debatir sobre las políticas a seguir, mi situación actual, de militante “suelto” y con escasa actividad, me obliga a ser cauto y breve en este punto.
Por un lado, comparto la reflexión final del artículo de Rolando: una tarea necesaria debería ser la de reflexionar sobre las políticas que han estado prevaleciendo en el movimiento socialista revolucionario. (Esto siempre es necesario, pero lo es más cuando la realidad refuta en forma tan contundente el andamiaje teórico-analítico-político anterior)
Paralelamente, habrá que desarrollar una política hacia las masas de tipo claramente defensiva dada la correlación de fuerzas tan desfavorable en que está el movimiento obrero y popular, así como la debilidad –casi marginalidad- en que ha quedado la izquierda anticapitalista.
Y, al hablar de luchas defensivas, la estrategia central pasa por la unidad de acción y todo tipo de propuestas de frente único, lo más amplias, lo más masivas posibles, sin sectarismos. También sin caer en ultimatismos y vanguardismos, que en lugar de fortalecer, debilitan al movimiento.
Por lo demás, está claro que se abre un proceso de resistencia a dos puntas, por así decirlo. Por un lado está la necesidad de enfrentar los mazazos contra el nivel de vida y el proceso de descomposición social que la inmensa mayoría de la población sufre día a día a causa del (des)gobierno actual que ha llevado a un círculo vicioso de inflación en espiral junto a un freno a la actividad económica.
Por el otro, se abre una larga etapa de denuncia y de resistencia contra los planteos ultra-reaccionarios del mileísmo. Combinar ambos frentes de lucha puede resultar complicado, ya que por un lado tenemos enfrente al peronismo que gobierna, por el otro está el peligro a futuro del ultra-reaccionario de Milei.
Será cosa, en cada momento y ante cada situación concreta, de pergeñar con toda la habilidad táctica posible como se implementa la movilización, poniendo siempre en primer lugar la defensa específica, real y concreta de los sectores sociales afectados.
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