miércoles, 11 de octubre de 2023

Comunicado de Léodile Bera - El Infierno de Gaza: El Gueto de Varsovia del siglo XXI

 Tras dieciséis años de implacable bloqueo, el gobierno de Netanyahu ha dado una vuelta de tuerca para ahogar a Gaza impidiendo que lleguen alimentos, luz y agua. El próximo paso puede ser una invasión terrestre tras los bombardeos sistemáticos que han dejado más de mil muertos.

 

El eterno conflicto ha explotado por enésima vez. En esta ocasión lo hizo tras las acciones de Hamás el 8 de octubre, cuando cientos de sus milicianos atravesaron la frontera con Israel y miles de cohetes fueron disparados contra ciudades de este país. El derecho palestino a la resistencia armada frente a un Estado colonial y racista no está en discusión; lo repudiable es que Hamás tome por blanco a la sociedad civil. Nada perjudica más la causa de Palestina que su imitación del terrorismo indiscrimidado que sistemáticamente ha llevado a cabo el Estado de Israel. Las imágenes de milicianos de Hamás matando a civiles desarmados o secuestrando familias enteras, repugnan e indignan a millones de personas que apoyamos la causa Palestina en todo el mundo. El asesinato de 260 jóvenes que asistían a un festival de música o el de más de cien personas en el kibubtz Kfar Aza -muchos de ellos niñas y niños- son actos de bárbaros  que rechazamos sin atenuantes.

 

En las últimas décadas, el llamado conflicto árabe-israelí se ha transformado en una guerra de ocupación del Estado de Israel contra los habitantes de Gaza y Cisjordania. Un conflicto asimétrico, desequilibrado totalmente por la superioridad militar, tecnológica y económica que el Estado de Israel (con el apoyo occidental) tiene sobre la población ocupada. La asimetría se refleja en toda su crudeza en el desigual cómputo de víctimas de uno y otro bando. Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (dependiente de Naciones Unidas), desde 2008 y hasta septiembre de 2023  los choques armados se cobraron la vida de 6.407 palestinos muertos frente a los 308 israelíes; y 152.560 palestinos heridos frente a los 6.307 israelíes. 

 

¡Gaza es un símbolo como ayer lo fueron Gernika y Varsovia!

 

Gaza representa en el mundo de hoy lo que el gueto de Varsovia significaba para los judios en la Polonia ocupada por los nazis (ironías de la historia). Es el signo de los tiempos. Desde hace más de un siglo, las guerras se ensañan con las poblaciones civiles y las ciudades tomadas como rehenes. Es la barbarie del capitalismo. No se trata de “daños colaterales”sino de castigos deliberados  sobre niñas, niños, ancianas y ancianos, para mermar la moral y el ánimo de los pueblos sojuzgados. Según el organismo de Naciones Unidas para los refugiados de Palestina, de los 2,2 millones de gazatíes, nada menos que 1 millón son niños.

 

El objetivo del gobierno ultranacionalista de Netanyahu y sus aliados de la extrema derecha religiosa, es someter completamente a la población palestina. Con el ataque del 8 de octubre ha encontrado una justificación ante la opinión pública israelí e internacional. Según los medios de comunicación, el ejército de Israel está preparando la contraofensiva militar que consistiría -posiblemente- en la invasión de Gaza. Tratará de destruir a sangre y fuego la resistencia armada y además llevará a cabo una limpieza étnica ampliando el apartheid imperante en Israel. En el camino, intentará desmantelar la oposición democrática israelí, para fortalecer el proyecto de un régimen autoritario.

 

Se dice que este conflicto es una ficha en el tablero geopolítico constituido por países e instituciones supranacionales, donde Estados Unidos sigue siendo el principal aliado de Israel, junto con el resto de Occidente. Si la escalada militar de Hamás o Hezbolá  ha sido estimulada por Irán con el propósito de desbaratar un inminente acuerdo entre Israel y Arabia Saudí, eso es algo que se nos escapa; es más, es algo en lo que ni queremos entrar. Nos interesan las vidas, no la diplomacia secreta.

 

No nos movemos en función de “campos” geopolíticos ni de intereses geoestratégicos; nuestro único campo es el integrado por las personas, las clases trabajadoras y las comunidades que sufren la opresión. Lo que nos preocupa son los derechos sociales, democráticos y humanos que en Gaza están siendo violados sistemáticamente. Defendemos el derecho de las palestinas y palestinos a la electricidad, el agua, los alimentos y viviendas dignas; en definitiva, a una economía e instituciones democráticas realmente suyas. Estamos por un Estado palestino propio en el horizonte de una Palestina libre, laica y democrática que no se halle a merced de Israel ni de fanáticos religiosos como los de Hamás y la Yihad islámica, que en donde llegaron al poder como en Afganistán, Irán, Arabia Saudí o Qatar, impusieron dictaduras feroces cuyas primeras víctimas han sido las mujeres. 

 

Hoy nuestra solidaridad está con los más dos millones de gazatíes que sufren la contraofensiva militar de Israel. Al gobierno de Netanyahu se le debe obligar a levantar de inmediato su bloqueo criminal. Exigimos que la UE no solo no frene sus ayudas a los palestinos, sino que las aumente. Y denunciamos la doble vara de medir del mundo occidental, que manda armas y al mayor portaaviones de los EEUU en apoyo de Israel, y no se inmuta ante la inferioridad e indefensión de los palestinos ¿Acaso Gaza y Cisjordania no tienen derecho a recibir armas para defenderse?

 

Una gran tragedia empezó a desplegarse el sábado 8 de octubre. Las víctimas civiles de ambos lados se cuentan por centenares, pero sí Gaza es ocupada, la matanza puede llegar a ser apocalíptica ¡Alto ya! Millones de personas tenemos que salir a las calles de todo el mundo para impedir que eso ocurra.


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