Jesús Jaén
Comentarios sobre la COP 27 en El Cairo
2.- Pero la naturaleza no engaña. Las emisiones de CO2 no han dejado de aumentar. La temperatura media en el planeta ha aumentado en un 1,1 grado desde la era preindustrial y los ritmos van aumentando exponencialmente. En el período que va desde 1990 hasta el 2015 aumentó un 60% las emisiones de gases con efecto invernadero. Ya se están planteando que los objetivos de no superar los 2,5 grados centígrados no son posibles; no solo para finales del siglo, sino para el año 2050. Pero este impacto va a conducir a escenarios graves. El cambio climático no es una amenaza para el futuro, es un hecho con el que ya estamos conviviendo las generaciones actuales: en los últimos ocho años las temperaturas en todo el planeta son las más altas desde que hay registros; la deforestación; la desertización de países; la desaparición de numerosas especies; los incendios incontrolados; incluso pandemias como la del SARS CoV 2, todo ello, forma parte de un mismo problema.
3.- Los problemas se nos acumulan y los procesos se aceleran. El avance del cambio ha ido en aumento a medida que los procesos de industrialización basados en los combustibles fósiles se convertían en unos modelos de producción y consumo. Desde la revolución industrial hasta nuestros días el impacto de la acción humana sobre la naturaleza avanza ¡ Y lo que es peor! La emisión de partículas de CO2 por millón (ppm) superó los 420 desde el 2019 cuando los estudios científicos señalan que, a partir de 350, los efectos sobre el clima son impredecibles. No hay vuelta atrás, ahora se trata de frenar el acelerador e intentar prepararnos para los nuevos escenarios.
4.- Sin embargo las personas, los grupos sociales y los países más pobres son los más expuestos a los efectos del cambio. Igual que hablamos de una “ley de aceleración” del proceso de calentamiento global, también deberíamos hablar de una “ ley de desigualdad climática”. En varios sentidos. Todos los humanos contaminamos pero no todos contribuimos de la misma forma. El 5% más rico (350 millones) es el responsable de una tercera parte de las emisiones de CO2. El 1% de las personas más ricas contaminan más del doble que 3.500 millones de seres humanos (según datos de la organización Oxfam Intermón). Sin embargo los que menos contaminan son las personas y los países que estarán más expuestos a las hambrunas, las inundaciones, las pandemias, etc. En resumidas cuentas, el cambio climático como las desigualdades sociales, los efectos de las guerras o la ausencia de derechos sociales y democráticos, forman parte de un sistema económico y social capitalista. Por eso, con bastante acierto, algunos ecologistas -como Andreas Malm- dicen que más que en la era del Antropoceno, nos encontramos en la era del Capitaloceno.
5.- Como escribió el militante ecosocialista Daniel Tanuro no hay tiempo ni para el pesimismo ¡Pongamos manos a la obra! Tenemos que parar esta locura. Que no estemos de acuerdo con los pretextos y las tibias medidas de las instituciones no quiere decir que no hagamos nada ¡Al contrario! Tenemos que salir a las calles y movilizarnos por millones. Tenemos que presionar a nuestros gobiernos y Estados. Ahora en medio de la cumbre es un momento importante. Pero no es suficiente un día ¡No nos engañemos! Tampoco con cumplir las normas municipales de reciclado se detiene este problema. La cuestión de fondo no es otra que la necesidad de organizar un amplísimo y vasto movimiento de lucha que enfrente a los causantes del cambio climático: la producción de combustibles fósiles, las empresas, el negacionismo político, los gobiernos que lejos de actuar solapan las evidencias… Un movimiento internacional que incluya a los sindicatos, a las organizaciones políticas, y por supuesto a esas millones de voces jóvenes que tanto tienen que perder y mucho más que ganar.
3.- Los problemas se nos acumulan y los procesos se aceleran. El avance del cambio ha ido en aumento a medida que los procesos de industrialización basados en los combustibles fósiles se convertían en unos modelos de producción y consumo. Desde la revolución industrial hasta nuestros días el impacto de la acción humana sobre la naturaleza avanza ¡ Y lo que es peor! La emisión de partículas de CO2 por millón (ppm) superó los 420 desde el 2019 cuando los estudios científicos señalan que, a partir de 350, los efectos sobre el clima son impredecibles. No hay vuelta atrás, ahora se trata de frenar el acelerador e intentar prepararnos para los nuevos escenarios.
4.- Sin embargo las personas, los grupos sociales y los países más pobres son los más expuestos a los efectos del cambio. Igual que hablamos de una “ley de aceleración” del proceso de calentamiento global, también deberíamos hablar de una “ ley de desigualdad climática”. En varios sentidos. Todos los humanos contaminamos pero no todos contribuimos de la misma forma. El 5% más rico (350 millones) es el responsable de una tercera parte de las emisiones de CO2. El 1% de las personas más ricas contaminan más del doble que 3.500 millones de seres humanos (según datos de la organización Oxfam Intermón). Sin embargo los que menos contaminan son las personas y los países que estarán más expuestos a las hambrunas, las inundaciones, las pandemias, etc. En resumidas cuentas, el cambio climático como las desigualdades sociales, los efectos de las guerras o la ausencia de derechos sociales y democráticos, forman parte de un sistema económico y social capitalista. Por eso, con bastante acierto, algunos ecologistas -como Andreas Malm- dicen que más que en la era del Antropoceno, nos encontramos en la era del Capitaloceno.
5.- Como escribió el militante ecosocialista Daniel Tanuro no hay tiempo ni para el pesimismo ¡Pongamos manos a la obra! Tenemos que parar esta locura. Que no estemos de acuerdo con los pretextos y las tibias medidas de las instituciones no quiere decir que no hagamos nada ¡Al contrario! Tenemos que salir a las calles y movilizarnos por millones. Tenemos que presionar a nuestros gobiernos y Estados. Ahora en medio de la cumbre es un momento importante. Pero no es suficiente un día ¡No nos engañemos! Tampoco con cumplir las normas municipales de reciclado se detiene este problema. La cuestión de fondo no es otra que la necesidad de organizar un amplísimo y vasto movimiento de lucha que enfrente a los causantes del cambio climático: la producción de combustibles fósiles, las empresas, el negacionismo político, los gobiernos que lejos de actuar solapan las evidencias… Un movimiento internacional que incluya a los sindicatos, a las organizaciones políticas, y por supuesto a esas millones de voces jóvenes que tanto tienen que perder y mucho más que ganar.
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