martes, 7 de junio de 2022

TODAS SOMOS ROE, TODAS SOMOS AFGANAS


 

Consejo Editorial Revista Trasversales 

(editorial nº 59, junio 2022)

Alerta feminista, como mujeres, como Humanidad. Se anuncia que la Corte Suprema de EEUU (6 hombres, 3 mujeres) podría derogar la sentencia Roe contra Wade (1973), que puso límites por debajo de los cuales serían anticonstitucionales las leyes restrictivas de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE). De hacerlo, daría vía libre a que muchos estados impusiesen leyes que supriman o restrinjan el derecho a la IVE. Se conoce también la intencion trumpista de llevar una ley al Senado para impedir que otros estados pudieran legislar de forma progresista.

Los derechos conquistados pueden perderse si no se defienden. Más aún en el caso de las mujeres, pues son muchas las fuerzas que rechazan los avances conseguidos, que buscan cancelarlos y que en cada avance de las mujeres ven un peligro, un privilegio perdido por los hombres y un "desafío a la autoridad".

Cada derecho o espacio ganado cuestiona la subalternidad de las mujeres en el marco de las funciones sociales, "de género", asignadas por el dominio patriarcal, no "por la naturaleza".
Los derechos reproductivos de las mujeres incluyen el derecho a una maternidad libre y segura, el acceso a medios anticonceptivos, el acceso a la reproducción asistida, el derecho a la IVE... Son piedra angular de nuestra libre determinación como personas autónomas, capaces de decidir sin tutelas sobre nuestras vidas y nuestro futuro, pero son atacados, negados o limitados recurrentemente. Son derechos de dignidad humana, contra la amalgama pro-muerte de quienes están contra esos derechos con el mismo empeño con que están a favor de la libre tenencia de armas, de la pena de muerte, de dificultar el voto de población negra o pobre, de cerrar los ojos ante las violaciones y el acoso sexual.

El riesgo que pesa sobre el derecho al aborto en EEUU es un acontecimiento universal, como la guerra de Putin contra Ucrania. La guerra contra la libre decisión de las mujeres viene de lejos, su alcance es global y va más allá de la tópica distinción izquierda/derecha. La regulación de la IVE ha mejorado en Argentina y en Colombia, pero en Nicaragua y El Salvador la IVE está totalmente prohibida, en Perú es muy restringida y hay un conflicto entre la ministra de la Mujer y el fanático presidente Castillo, en Polonia se ha restringido aún más desde 2021... Incluso en España, pese a las mejoras parciales de 2010, la normativa es restrictiva, con tutelas abusivas sobre las mujeres y dificultades para que se haga en un centro público.

En torno al derecho a la IVE se desarrolla una de las batallas principales entre dos movimientos en ascenso y antagónicos: el de las mujeres y el neomachista. La anulación de Roe contra Wade perjudicaría a todas las mujeres que viven en EEUU, pondría en cuestión la capacidad de autodeterminación de cualquier mujer en cualquier ámbito y dañaría a todas las mujeres del mundo, ya que, para buena parte de la población mundial, EEUU es una especie de "patrón" de democracia, pese a los defectos que en ese sentido tiene; esa decisión en EEUU sería una invitación a la jauría para acabar con un derecho humano decisivo y que, en este mundo patriarcal, es frágil por ser un derecho de las mujeres. ¿Si lo hace EEUU, por qué no España?, dirán.

Venimos de movilizaciones sin precedentes de millones de mujeres. Nos hemos movilizado en todo el mundo por nuestros derechos y somos quienes con más fuerza hemos plantado cara a la reacción mundial, como avanzadilla de la lucha por un mundo habitable sin opresiones. Ocupamos un nuevo lugar en el mundo y eso aterroriza a quienes quieren dejarnos en el lugar que nos asignaron.

Esta reacción cuenta con gobiernos derechistas o de "izquierda", cuenta con la coartada moral (y apoyo material) que le dan muchas corrientes religiosas, cuenta con que, en el clima de inseguridad que padecen las clases populares, muchos hombres, especialmente jóvenes, sientan como amenaza el empoderamiento de las mujeres. La estrategia de esas fuerzas reaccionarias es lanzar a población autóctona contra inmigrantes, a hombres contra mujeres, a una nación contra otra. Perder esta batalla supondría mucho sufrimiento para las mujeres que no pueden o dejen de poder ejercer estos derechos, un retroceso global de los derechos de las mujeres y un retroceso civilizatorio. La ofensiva contra el derecho a la IVE no es una legítima opción política más, es parte esencial de una guerra global contra las mujeres de la que también forman parte, en distintas escalas, el retorno talibán en Afganistán, los intentos de derogar leyes contra la violencia machista en España, el empeño en mantener derechos de custodia a padres agresores o las violaciones que se cometen en la guerra de Putin contra Ucrania o en otras guerras. Toda persona tiene derecho a hacer su propia consideración moral sobre el aborto y a comportarse acorde a ella, pero no a que una ética particular sea ley para todas.

Si las mujeres que viven en EEUU pierden este derecho perdemos todas. No porque sus derechos sean más importantes que los de las mujeres de Nicaragua, ya privadas 100% del derecho a la IVE, sino porque si el derecho al aborto cae total o parcialmente en EEUU se hará aún más difícil pelear por ese derecho en Nicaragua o Polonia. Nuestra solidaridad con las mujeres que residen en EEUU expresa la exigencia universal del derecho a decidir de las mujeres. Si el derecho al aborto retrocede en el mundo, peligrarán todos los derechos conseguidos por las mujeres, todos los espacios que hemos conquistado, todo el horizonte que hemos abierto.

Nuestro mundo vive en emergencia social y democrática. Avanzan proyectos reaccionarios, contra las mujeres, contra las clases populares, contra las libertades democráticas, contra la población LGTBI+, contra las personas migrantes, etc. En nombre de la derecha o de la izquierda, siempre combinando capitalismo salvaje y patriarcado. Basta pensar en quienes gobiernan Rusia, Brasil, China, Arabia Saudí, Nicaragua, Afganistán, El Salvador, Siria, Polonia, Hungría, etcétera; o en el ascenso de las extremas derechas en Europa. O en que Trump no gobierna EEUU "por un pelo" y en que el ataque a la IVE es parte de su “operación retorno”. Esto, unido a la amenaza del cambio climático y a la desigualdad social, plantea un desafío civilizacional, que debe abordarse a partir de respuestas sociales desde abajo, en las que los seres humanos nos hagamos cargo del futuro de la humanidad. En ese desafío, la respuesta de las mujeres es la punta de lanza.

Los hombres están siendo empujados a defender privilegios masculinos, por miserables que sean, y quienes lo hacen son utilizados como "tropas de choque" al servicio de proyectos reaccionarios globales. Resistir a esa presión es una obligación ética de los hombres; la posibilidad de remover conciencias siempre existe, a condición de que el movimiento de mujeres, en su diversidad, siga avanzando y se una en torno a objetivos comunes como el derecho a la IVE.

El movimiento de las mujeres es hoy el movimiento social más potente, el que con más decisión se opone al ascenso reaccionario en cada lugar. Es el movimiento más transversal social y territorialmente, el más universal. En cierta forma, es la conciencia del mundo.

Con las mujeres de EEUU, con las mujeres de Nicaragua y del mundo entero por su derecho al aborto, con las mujeres afganas y su derecho a vivir libres, con todas las mujeres, sean de donde sean, por su libertad, sus derechos, por la igualdad. Contra las fuerzas reaccionarias de todo pelaje.

Y por mejorar en España la regulación del IVE, aún restrictiva. El actual anteproyecto para su modificación introduciría mejoras si se aprobase y aplicase. Pero la reforma no es un aún un hecho. Encontrará obstáculos y retrasos, así como presiones reaccionarias intensas. La presión social democrática debe continuar, para que salga adelante lo antes posible y para intentar mejoras en su tramitación y en su posterior aplicación.




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