ENTREVISTA CON EL SOCIALISTA RUSO IVAN OVSYANNIKOV
Artículo publicado en la Revista Viento Sur
ASHLEY SMITH 3 FEBRERO 2023
Los militantes rusos convocaron jornadas internacionales de protesta del 19 al 24 de enero contra la guerra imperialista de Putin en Ucrania y la represión política en Rusia. Miles de progresistas, socialistas, anarquistas y feministas rusos han sido detenidos, centenares encarcelados con largas penas, y un número incalculable de ellos sometidos a vigilancia por su oposición al régimen.
Ashley Smith, miembro de Tempest, entrevista al socialista ruso Ivan Ovsyannikov sobre la guerra imperialista, la resistencia contra ésta y la represión política. (Redacción Tempest Mag.)
Ashley Smith (AS): Los militantes rusos han convocado jornadas de acción internacionales del 19 al 24 de enero de 2023 para reclamar la liberación de los presos políticos encarcelados por el régimen de Putin. ¿Quiénes son estos presos y por qué han sido encarcelados?
Ivan Ovsyannikov (IO): Hay más represión política hoy día que la que recuerdo de mi pasado. Según el portal de derechos humanos OVD-info, más de 20.000 personas han sido detenidas en manifestaciones durante el último año (ocho veces más que en 2020). Cuatrocientos militantes anti-guerra están sujetos a procedimientos penales; 120 de ellos se encuentran en prisión o en arresto domiciliario. Por eso, si citamos algunos nombres de presos políticos, no se trata de una lista exhaustiva, sino sólo de ejemplos escogidos, en gran parte al azar.
Los mencionados por el Movimiento Socialista Ruso (RSM) en su llamamiento a la solidaridad representan a una parte del conjunto de la izquierda, que (como la sociedad civil rusa en su conjunto) está siendo destruida sistemáticamente por las autoridades. Detenido en abril, Kirill Ukraintsev es un muy conocido bloguero de izquierdas. Es un dirigente del sindicato Kurier, que defiende los intereses de uno de los grupos de trabajadores más precarios: los repartidores, los mensajeros.
La razón oficial para su arresto no es otra que su participación en manifestaciones pacíficas de trabajadores, prohibidas por las autoridades. La razón real es el intento (por suerte, infructuoso hasta ahora) de quebrar la resistencia de los mensajeros y enviar una señal al movimiento sindical: las huelgas durante la guerra son inadmisibles.
El socialista demócrata Mikhail Lobanov es probablemente el político de oposición más conocido todavía en Rusia. En 2021, Lobanov, matemático y militante sindical, se dio a conocer gracias a su aplastante victoria en las elecciones a la Duma de Moscú (que le fue robada por una escandalosa manipulación de los sufragios). El pasado año, Lobanov organizó una plataforma electoral denominada Nominación. Esta plataforma apoyó a los militantes anti-guerra en las elecciones municipales en la capital.
Desde entonces, Lobanov ha sido detenido en varias ocasiones. La última, poco antes del nuevo año. Durante su estancia en prisión fue golpeado. Hace unos días, Lobanov fue liberado, pero tememos por su suerte. En el contexto ruso, estas detenciones envían un mensaje claro: “abandonad el país, o seréis encarcelados durante mucho tiempo”.
Alexandra Skochilenko es una artista y feminista de San Petersburgo que fue detenida en primavera por haber sustituido las etiquetas de precios en las tiendas por impresos anti-guerra. Corre actualmente el riesgo de una larga pena de prisión por “difusión de falsas informaciones sobre el ejército”. Alexandra Skochilenko es un símbolo de la protesta pacífica, que, en la Rusia actual, se ha vuelto casi tan peligrosa como las acciones militantes, tales como el incendio de oficinas de registro y reclutamiento militares.
Los acusados [finales de agosto] en el “caso Tioumen” [capital del oblast del mismo nombre en Siberia occidental, una ciudad de unos 800.000 habitantes] son varios anarquistas [seis] acusados por las autoridades de preparar ataques terroristas. Según los investigadores, los jóvenes iban a volar oficinas de registro y reclutamiento militares, puestos de policía y vías férreas que trasportan armas hacia Ucrania. No existe ninguna prueba real de estas intenciones, a no ser los testimonios obtenidos bajo tortura. El caso de Tioumen es sólo un ejemplo entre otros de los actos de represión, estos últimos años, del gobierno contra jóvenes anarquistas en diferentes ciudades del país (por ejemplo, el caso de la Red, de los adolescentes de Kan y muchos otros).
Hemos decidido poner en primer plano estos casos en parte porque el mundo está mucho menos informado sobre estas personas de izquierdas reprimidas y encarceladas que sobre personalidades como Alexei Navalny (cuya liberación exigimos también, por supuesto). Esperamos, entre otras cosas, que las informaciones sobre esta represión inciten a las y los militantes de izquierdas en el extranjero a adoptar una posición más firme contra el régimen de Putin y su guerra en Ucrania.
AS: Tú mismo has huido recientemente del país para evitar la persecución política. ¿En qué condiciones se realiza la disidencia política? ¿Cómo consigue la gente continuar organizándose?
IO: Me gustaría mucho decir que el movimiento de protesta en Rusia se desarrolla a pesar de toda la represión, pero por desgracia no es el caso. Antes de la guerra, manifestarse ya era extremadamente arriesgado, pero los militantes podían sentirse relativamente seguros mientras no infringieran las reglas no escritas (constantemente reforzadas). Hoy día, puedes ser detenido o despedido por cualquier crítica, incluso velada, de la guerra o cualquier otra manifestación de “falta de lealtad”.
A veces ni siquiera hay verdadera razón para ello. Por ejemplo, muchas feministas de San Petersburgo (en particular, mi mujer, Valeria) han sido detenidas durante varios días como sospechosas de “terrorismo telefónico”. Esta acusación ha sido completamente inventada por la policía para aislar a potenciales manifestantes en vísperas de aniversarios importantes para el régimen. Por ejemplo, Valeria fue detenida unos días antes del aniversario de Putin.
Incluso en casos de manifestaciones no políticas (por ejemplo, para defender los parques de las ciudades o los derechos de los trabajadores), en su mayor parte toman hoy día la forma de simples llamamientos a las autoridades, porque se ha vuelto imposible salir a la calle, cualquiera que sea el tema. Todo acto de disidencia será aplastado.
Pero la resistencia sigue, aunque no hayamos visto manifestaciones callejeras estos últimos meses. Los militantes anti-guerra animan cadenas en Telegram, distribuyen hojas, hacen grafitis y ayudan a los presos políticos. Algunos sindicalistas continúan organizando e incluso llevando a cabo acciones colectivas. Por ejemplo, en diciembre, el sindicato Kurier organizó una impresionante huelga interregional. Personas temerarias han prendido fuego a oficinas de registro y reclutamiento militares. Durante el año transcurrido, ha habido un centenar de casos de este tipo.
AS: La invasión imperialista de Ucrania por Putin ha fracasado. Para salvar la situación, ha hecho reestructuraciones entre los generales; ha desencadenado ataques propios de terrorismo de Estado contra objetivos civiles en Ucrania; ha intentado consolidar su dominio sobre el este y sudeste del país. Algunos signos indican que va a lanzar una ofensiva, tal vez a partir de Bielorrusia, en un nuevo intento de recuperar el control del país. ¿Cuál es la estrategia actual de Putin?
IO: No soy ningún experto militar. Además, después del 24 de febrero, la racionalidad de Putin y su entorno, su capacidad para pensar estratégicamente, no es muy evidente. Sin embargo, estoy seguro que en los próximos meses asistiremos a una nueva escalada de las hostilidades, a una nueva serie de ataques contra poblaciones civiles y a una nueva ola de movilización en Rusia.
Putin no puede dar marcha atrás. Una derrota militar significaría casi con certeza el hundimiento de su régimen. Ucrania no aceptará nunca la confiscación de sus territorios y (si los países occidentales le proporcionan suficientes armas) tiene todas las posibilidades de reconquistarlos. Por consiguiente, hay pocas esperanzas de que Putin se retire o haga concesiones, que sería una condición previa para cualquier arreglo negociado.
AS: Putin ha movilizado recientemente a cientos de miles de personas para reforzar sus fuerzas de ocupación en Ucrania. ¿Qué impacto ha tenido esta movilización en la población y en la conciencia política? ¿Va a movilizar a más personas, ya sea para mantener la ocupación o para lanzar una nueva ofensiva? ¿Qué impacto tendría otra movilización en la actitud de la gente ante la guerra?
IO: Como ya he dicho, es casi segura una nueva ola de movilización. En cuanto a los sentimientos de la población, es difícil decir más con alguna seguridad. Los sondeos, en particular los que preguntan directamente [por teléfono] a la gente sobre su actitud hacia la guerra, son engañosos. Como regla general, los rusos tienen miedo a contestar a los encuestadores sobre la “operación militar especial” o sobre Putin. La gran mayoría rechaza comunicarse con los encuestadores, otros evitan los temas políticamente sensibles, y hay quienes mienten. Tras el anuncio de la movilización, muchos jóvenes simplemente no descolgaron el teléfono cuando era un número desconocido.
Según los institutos de encuesta independientes del Estado, alrededor del 30% de los rusos pueden ser clasificados como opuestos a la guerra, y alrededor del 50% como partidarios. Pero el significado de estas cifras no es del todo claro. Muchos de quienes han apoyado la guerra aspiran a una paz rápida, en cualquier condición. Muchos de quienes están en contra de la guerra han renunciado y dejado de hacer cualquier cosa, actualmente.
Pienso que desde febrero la sociedad rusa está bajo el shock, la confusión, la depresión y la despolitización (que el régimen de Putin viene estimulando desde hace décadas). Estas condiciones obstaculizan la auto-organización de forma aún más eficaz que el miedo a las represalias.
La respuesta de la sociedad a la reciente movilización se hizo bajo todo tipo de formas de lo que podría calificarse como “sabotaje individual”. Centenares de miles de personas huyeron del país en octubre-noviembre de 2022, la mayor parte hacia países vecinos como Georgia, Kazajistan y Turquía, donde no se necesita visado de entrada. Muchos de los que no tuvieron esta posibilidad se esconden en el campo y han abandonado su domicilio para vivir en casas de amigos o conocidos.
Los que han sido movilizados se rebelan con bastante frecuencia, reclamando un mejor apoyo material o períodos suficientes de entrenamiento. Aunque estas protestas no sean anti-guerra, son susceptibles de minar la disciplina del ejército y, en determinadas circunstancias, pueden transformarse en algo más importante. Es difícil pronunciarse con seguridad sobre el número de desertores, de refusenik, porque sólo aparece una pequeña parte de estos casos en los medios de comunicación. Pero estas historias son numerosas. ¿Esto demuestra un crecimiento de la conciencia política? Honestamente, es difícil decirlo.
AS: ¿Cuáles son las condiciones económicas y políticas de la gente en Rusia hoy día? ¿Modifican estas condiciones la conciencia de la gente respecto de la guerra? ¿Qué solidez tiene la base popular de Putin?
IO: Las condiciones son malas para un número creciente de personas. La inflación, la penuria de algunos productos importados, la marcha de muchas empresas occidentales y la ralentización general de la economía rusa a causa de las sanciones han tenido un impacto enorme. La situación es particularmente difícil para las familias con personas movilizadas. Han perdido a sus parientes y sus apoyos familiares. No obstante, la movilización y el éxodo masivo de especialistas han aliviado de alguna manera la situación en el mercado laboral. Han aumentado los empleos, sobre todo en la industria militar.
No pienso que un deterioro de la situación económica vaya a llevar por sí solo a un levantamiento. Los rusos se adaptan bien a las crisis. Lo demostraron en los años [19]90 del hambre, cuando la población sobrevivió por medio de actividades artesanales y de albergues.
Sin embargo, con la combinación de derrotas en el frente, un aumento del número de muertos y disensiones en la cúspide del régimen y entre los oligarcas, podría desarrollarse una situación digamos propicia para una revolución. Es exactamente lo que ocurrió en los años 1980, cuando la guerra impopular en Afganistán, los problemas económicos y las reformas tardías de Gorbachov condujeron al hundimiento de la URSS.
AS: ¿Qué perspectivas tiene la resistencia contra Putin en Rusia así como en Bielorrusia?
IO: Como ya ha ocurrido más de una vez en la historia de Rusia, pienso que la derrota militar sería un catalizador del cambio. Si esto se produce, el proceso podría desarrollarse según la fórmula clásica de Lenin: la clase dirigente no puede gobernar como antes y tampoco las clases populares pueden vivir como antes. Las escisiones y conflictos en el seno de las élites se combinarían con el ascenso del movimiento de protesta y, probablemente, con acciones separatistas en las repúblicas nacionales. Estoy seguro que el régimen de Lukaschenko caerá el mismo día en que quiebre el poder en Rusia.
AS: ¿Qué posiciones debe adoptar la izquierda internacional sobre la guerra imperialista de Rusia, sobre la OTAN y Ucrania?
IO: La OTAN, desde luego, es la plaga. Pero hay que recordar que en este caso la agresora ha sido la Rusia de Putin y no la OTAN. La izquierda internacional debe asumir que la victoria de Putin sería una victoria para las fuerzas políticas y los regímenes de extrema derecha en el mundo. Contrariamente a la opinión de los pacifistas que se oponen a la ayuda militar a Ucrania, ceder ante el agresor llevaría a la normalización de las conquistas territoriales y a nuevas guerras de agresión en el mundo.
Además, la victoria de Putin significaría la perpetuación de la esclavitud para los pueblos de Ucrania, de Rusia, de Bielorrusia y de otros países post-soviéticos en la órbita del imperialismo ruso. Preservaría también el modelo bárbaro de capitalismo oligárquico basado en unas desigualdades sociales récord, la corrupción y el comercio de hidrocarburos que conocemos en Rusia.
Analizando la situación, la izquierda debe inspirarse en la tradición de solidaridad antifascista en la lucha contra la tiranía. Esto significa un apoyo sin compromisos a Ucrania, así como a los movimientos de liberación bielorrusos y rusos.
Ashley Smith
Entrevista publicada en la web norteamericana de Tempest el 22 de enero de 2023. Reproducida en A l’Encontre
http://alencontre.org/europe/russie/russie-resister-a-la-guerre-et-a-la-repression-dans-la-russie-de-poutine.html
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