martes, 16 de mayo de 2023

Movimiento Socialista Ruso, sección exterior ¡Guerra a la guerra!

 



El Movimiento Socialista Ruso es una organización política cuya visión del socialismo democrático se basa en la propiedad colectiva, la libertad política y la autodeterminación. Está convencido de que solo un movimiento de masas -compuesto por socialistas, sindicalistas, feministas, antifascistas y ecologistas- armados con la solidaridad de clase y el igualitarismo puede acabar con la dominación del capital en Rusia. Los militantes de la Cuarta Internacional en Rusia pertenecen al MSR. Desde el 24 de febrero de 2022, varios activistas han sido encarcelados o se encuentran fuera de Rusia, y otros continúan clandestinamente la lucha en Rusia...

Durante un año, el régimen de Vladimir Putin ha estado matando a las mujeres y los hombres de Ucrania, enviando a la muerte a cientos de miles de rusos y amenazando al mundo con armas nucleares en nombre del loco objetivo de restaurar su imperio. Para las mujeres y los hombres rusos que nos oponemos a la agresión y a la dictadura de Putin, este año ha sido un año de horror y vergüenza por los crímenes de guerra que se cometen a diario en nuestro nombre.

En el primer aniversario de esta guerra, llamamos a todos aquellos que anhelan la paz a participar en manifestaciones y mítines contra la invasión de Putin. Desafortunadamente, no todas las manifestaciones de "por la paz" que tendrán lugar el próximo fin de semana serán acciones de solidaridad con Ucrania. Gran parte de la izquierda en Occidente no comprende la naturaleza de esta guerra y aboga por un compromiso con el putinismo. Hemos escrito esta declaración para ayudar a nuestros camaradas en otros países a comprender la situación y tomar la posición correcta.

Una guerra contrarrevolucionaria

Algunos autores occidentales atribuyen la guerra a causas como el colapso de la URSS, "la historia contradictoria de la creación de la nación ucraniana" y el enfrentamiento geopolítico entre potencias nucleares. Sin negar la importancia de estos factores, nos sorprende no encontrar en ellos la razón más importante y obvia de lo que está sucediendo: el deseo del régimen de Putin de suprimir los movimientos de protesta democráticos en toda la ex Unión Soviética y en la propia Rusia.

La reocupación de Crimea en 2014 y el estallido de las hostilidades en el Donbass fueron una respuesta del Kremlin a la "revolución de la dignidad" en Ucrania, que derrocó al corrupto gobierno prorruso de Viktor Yanukovych, así como a las protestas masivas en Rusia por elecciones justas en 2011-12 (conocidas como las protestas de la Plaza Bolotnaya). La anexión de la península de Crimea fue una victoria política interna para Putin. Utilizó con éxito la retórica vengativa, antioccidental y tradicionalista (así como la persecución política) para ampliar su base social, aislar a la oposición y asustar a la población con las consecuencias de los "Maidan".

Pero el resurgimiento de ese popularidad tras la anexión duró poco. Los finales de la década de 2010 estuvieron marcados por el estancamiento económico, pore una reforma de pensiones impopular y por revelaciones anticorrupción difundidas por el equipo de Alexei Navalny que hicieron que la popularidad de Putin cayera en picado, especialmente entre los jóvenes. Las protestas barrieron el país y el partido gobernante Rusia Unida sufrió una serie de fuertes derrotas en las elecciones regionales.

En este contexto, el Kremlin apostó por la preservación del régimen. El plebiscito constitucional de 2020 (que requirió una manipulación sin precedentes incluso para los estándares rusos) convirtió a Putin en un gobernante de por vida. Bajo el pretexto de contener la pandemia de Covid-19, las reuniones de protesta han sido prohibidas permanentemente. Se produjo un intento de envenenamiento del líder de la oposición extraparlamentaria Alexei Navalny, que sobrevivió milagrosamente.

El levantamiento popular del verano de 2020 en Bielorrusia confirmó la creencia de la élite rusa de que el "Occidente colectivo" está librando una "guerra híbrida" contra Rusia, atacándola a ella y a sus satélites con "revoluciones de color".

Por supuesto, tales afirmaciones no son más que una teoría de la conspiración. El descontento social y político en Rusia ha crecido debido a una desigualdad social récord, a la pobreza, a la corrupción,a los retrocesos en las libertades civiles y a la evidente falta de perspectivas del modelo ruso de capitalismo, basado en la apropiación de "rentas naturales" por una capa parásita de la oligarquía que controla las materias primas. Si hay algo por lo que podemos culpar al "Occidente colectivo", es por su complacencia de larga data hacia el putinismo, incluso en la cuestión ucraniana. Durante décadas, la política de los negocios ha dominado, como siempre, as relaciones de las élites europeas y estadounidenses con la Rusia de Putin, lo que permitió que la dictadura prosperara, obtuviera superganancias y sintiera una total impunidad en el escenario mundial.

Las concesiones a Putin no conducirán a la paz

La invasión de Ucrania ha sido el intento de Putin de repetir su triunfo de 2014 en Crimea: asegurar una victoria rápida, congregar a la sociedad rusa en torno a la bandera con consignas revanchistas, aplastar definitivamente a la oposición y establecer su hegemonía en el espacio postsoviético (que el imperialismo de Putin considera parte de la "Rusia histórica").

La heroica resistencia de los ucranianos frustró estos planes, transformando la "pequeña guerra victoriosa" con la que soñaba el Kremlin en un conflicto prolongado que agotó la economía rusa y destrozó el mito de la invencibilidad de su ejército. Acorralado, Moscú amenaza al mundo con sus armas nucleares mientras insta a Ucrania y Occidente a negociar. Al unísono con esta retórica están las voces de aquellos que en la izquierda europea y estadounidense se oponen a las entregas de armas a Ucrania (para "salvar vidas" y prevenir un apocalipsis nuclear). Al mismo tiempo, dado que Rusia no está dispuesta a retirarse de los territorios ocupados, lo cual es una condición imperativa para Kiev (y la posición del 93% de la población ucraniana), se da a entender que Ucrania debe sacrificar su soberanía para "apaciguar a al agresor". ¡Una política que tiene precedentes siniestros en la historia europea!

¿Salvar vidas ?

La derrota de Ucrania será inevitable si se reduce la ayuda occidental; pero ¿eso reducirá el número de víctimas?

Incluso si aceptamos la lógica -no obvia desde el punto de vista socialista- de que "salvar vidas" es más importante que luchar contra la tiranía y la agresión, creemos que no es el caso. Es notorio que Vladimir Putin reclama todo el territorio de Ucrania, diciendo que los ucranianos y los rusos son "una única nación" y que la existencia de un estado ucraniano es un error de la historia. Un alto el fuego solo le daría tiempo al Kremlin para reconstruir su capacidad militar en preparación de un nuevo asalto. Esto incluiría aumentar el tamaño del ejército reclutando por la fuerza a más rusos, en su mayoría procedentes de minorías étnicas y de las capasmás pobres.

Si Ucrania continúa resistiendo la invasión sin contar con suficiente suministro de armas, se producirán innumerables bajas entre soldados y civiles ucranian@s. Y el terror, cuyos horribles resultados hemos visto en Boucha y en otros lugares, es lo que le esperaría a cualquier territorio ocupado por Rusia.

El imperialismo multipolar

Cuando Putin habla de desembarazarse de la hegemonía estadounidense en el mundo e incluso de "anticolonialismo"no se refiere a la creación de un orden mundial más igualitario. El "mundo multipolar" de Putin es un mundo donde la democracia y los derechos humanos ya no se consideran valores universales, y donde las llamadas "grandes potencias" tienen rienda suelta en sus respectivas esferas geopolíticas de influencia. Esto significa esencialmente restaurar el sistema de relaciones internacionales que existía en los albores de las dos guerras mundiales.

Este "viejo mundo valiente" sería un lugar maravilloso para dictadores, corruptores y extrema derecha. Pero sería un infierno para los las y los trabajadores, las minorías étnicas, las mujeres, las personas LGBT, las pequeñas naciones y los movimientos de liberación. Una victoria de Putin en Ucrania no restauraría el statu quo anterior a la guerra, sino que crearía un precedente letal que legitimaría "el derecho de las grandes potencias" a librar guerras de agresión y practicar el chantaje nuclear. Sería el prólogo de nuevos desastres militares y políticos.

¿A qué conduciría una victoria del putinismo en la guerra de Ucrania?

Una victoria de Putin significaría no solo la sumisión de Ucrania a los dictados del Kremlin, sino también la sumisión de todos los países postsoviéticos. En Rusia, una victoria del régimen preservaría un sistema definido por la dominación de la oligarquía del poder y de los combustibles fósiles sobre otras clases sociales (y en especialsobre la clase trabajadora) y el saqueo de los recursos naturales a expensas del desarrollo tecnológico y social.

Por el contrario, la derrota del putinismo en Ucrania probablemente daría impulso a los movimientos por el cambio democrático en Bielorrusia, Kazajstán y otros países exsoviéticos, así como en la propia Rusia. Sería demasiado optimista afirmar que la derrota en la guerra conduciría automáticamente a la revolución, pero la historia rusa está repleta de ejemplos de reveses militares en el extranjero que llevaron a cambios importantes en el país, incluida la abolición de la servidumbre, las revoluciones de 1905 y 1917 y la Perestroika en la década de 1980.

Los socialistas rusos no quieren una "victoria" de Putin y sus compinches oligarcas. Hacemos un llamamiento a todos aquellos que realmente quieren la paz y que todavía creen en el diálogo con el gobierno ruso para que exijan a éste que retire sus tropas de los territorios ucranianos. Cualquier llamamiento a la paz que no incluya esta demanda es falaz.

¡No a la guerra! ¡Solidaridad contra la invasión de Ucrania por parte de Putin! ¡Fin del reclutamiento! ¡No somos carne de cañón!

¡Libertad de los presos políticos rusos! ¡Libertad para Rusia!


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